jueves, 6 de marzo de 2008

Camarones de Río al Pilpil

Como todos los años, este año también fuí a veranear a Huasco. Y como todos los años, las vacaciones son la excusa perfecta para dedicarse a los placeres de la mesa. Huasco es el pueblo de mi Santa Madre, pero más allá de ese hecho circunstancial, es un pueblo perdido en el medio de la nada y muy poco conocido en Chilito en general y en el mundo en particular.

Sin embargo, Huasco posee varios puntos interesantes, valga la incoherencia puntuacional.

Primero, es un puerto con un muelle de pescadores suculentamente surtido de mariscos y pescados. De hecho, mi Santa Madre tiene su casa en Huasco Puerto. Adicionalmente, el río homónimo, o sea también llamado Huasco, pasa por el pueblo conocido como Huasco Bajo por alguna extraña razón. Lo realmente importante de todo este asunto son los camarones de río que pululan en el mentado y homónimo río. Sin contar que las aguas del ya mentado y homónimo río sirven para regar unos cuantos añosos olivos, los cuales impertérritos ante tanta homonimia se dedican pacientemente a hacer lo que más les gusta, o quizás lo único que saben hacer, a saber, sabrosas aceitunas, conocidas coloquialmente en Chile como las Aceitunas de Huasco, por motivos inconmensurables con las ideas del que escribe.

Segundo, y por una ancestral costumbre peninsular, ella misma copiada de los griegos, quienes eran muy amigos y vecinos de los fenicios, quienes eran a su vez unos navegantes antiguos en el mar Mediterráneo... pero divago. El tema consiste en que con aceitunas de mediana calidad se puede fácilmente hacer aceite de oliva de mediana calidad. Con aceitunas de buena calidad, la calidad del aceite mejora.

Tercero, y éste es el punto de verdad más importante, con aceite de oliva, camarones de río y un par de otros ingredientes tenemos la base para hacer unos Camarones de Río al Pilpil de lo más ricos.

Consígase Ud. un cocinero y una cocina. En una sartén, o un wok como en este caso, disponga los camarones de río tal cual vinieron al mundo, tras lavarlos como se debe, pues la limpieza es un claro signo de pulcritud. Lavados pero secos deben de estar para que no salte demasiado el aceite de oliva hirviendo que Ud. tuvo la precaución de hacer hervir en el wok antes de disponer a su antojo de los pulcros camarones de río.

Obviamente, al estar preparando una receta autodenominada al Pilpil, se debe poner una buena cantidad de ajo picado grueso en el aceite hirviendo, mínimo una cabeza de ajo para empezar a conversar, y quizás más. Así mismo, otra cantidad más que razonable de ají verde chileno picado y desgranado debe ser ofrendada al aceite de oliva. Si le gusta el tema picante, entonces también le pone los granos del ají verde. Así es menos trabajo. Mejor.

Resumiendo, el wok se llena con harto aceite de oliva virgen. Es importante el que sea virgen, pues le sube la autoestima al cocinero. Se le agrega el ajo picado en cantidades industriales y mucho ají verde picado. Se hace freír el todo un rato más bien largo. Por localismo y para la suerte, siempre le pongo un puñado de aceitunas, de aquellas denominadas de Huasco, al aceite.

Después, un rato después, se le agregan nuestros pulcros camarones y con la bendita cuchara de palo se revuelve el todo a fuego vivo, bien vivo. Un poco de sal habrá de cubrir el pudor de los camarones mientras se van poniendo rojos... y en cuanto estén todos rojos, se saca el wok del fuego y se sirven en la mesa, rodeada de comensales listos y esperando. Un buen vino Chardonnay, la mujer de sus sueños y una buena vista frente al mar son los complementos ideales para acompañar esta delicia del Huasco.

1 comentarios:

Negroartigas dijo...

Juan Carlos,

¿Y cuándo se abren las reservaciones de esa casa veraniega?

Ya salgo pa la calle a ver que vendo de Le Conseil pa que prepares lo mismo pero en aquí Chirimena.

Saludos,

JLA

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